Cómo explicarlo

Necesito una lluvia que lave mis quebrantos,
esa delgada agua, limpie la cruel brecha,
caiga con toda su fuerza sin coger atajos,
purificando mi vida de la mentira hecha.

No fueron invención las historias,
no imaginé adrede querías algo supiera,
fuiste un maestro en tirar la carnada,
la misma que me dejó atrapada.

Sólo quise aprenderme el rasgo de tus ojos,
intuir, saber cuando inefable me mirarías,
el momento en que la intensidad de los míos,
estuvieran posados sobre tus alegrías.

Nunca tendré el calor de tus besos
ni leeré jamás la energía en tus ojos
ni sabré de la fuerza de tus manos,
como nunca veré de tu frente los surcos.

Muchas palabras dichas, casi todo,
en exceso para un corazón íntegramente desnudo,
éste que late intenso por tí asustado,
para que lo tasen encima de desequilibrado.

Tal vez si, el tuyo no sabe, está ignorante,
en saber recibir cálido afecto,
sino que está sólo acostumbrado,
a ser herido, sin más, como una constante.

Rocío Chalco Vargas©
Maracaibo Venezuela